LA IMPACIENCIA no es algo que se ha presentado en la sociedad actual. Siempre ha habido gente que se irrita al esperar, al hacer una fila o en cualquier otro lugar. Pero de todas manera es común escuchar que hoy en día existe mas impaciencia que antes.

Algunos dicen que la tecnología actual esta contribuyendo con esto. Según The Gazette, un diario de Montreal (Canadá), algunos investigadores creen que “la tecnología digital —teléfonos móviles, cámaras, correo electrónico, iPods, etc.— está cambiando nuestras vidas […]. Los resultados instantáneos que proporcionan estos avances tecnológicos han aumentado nuestro apetito por la gratificación inmediata”.

Se ha creado la cultura de la gratificación inmediata y esperamos que todo sea rápido, eficaz y a nuestro gusto. Si no así, tendemos a frustrarnos e irritarnos cada vez más, lo cual es un síntoma de impaciencia”. y estamos olvidando el arte dede vivir despacio y saborear el momento.

Aquí te compartimos una hermosa historia con una reflexión sobre la Paciencia escrita por Harol Kohn, con un gran mensaje que debes de considerar.
Reflexión sobre la Paciencia
La Prisa, Nuestra Enemiga

El mundo acelerado en el que vivimos nos vuelve impacientes e irritables y nos impide gozar de las maravillas del mundo.
Tratamos de apresurar la madurez de nuestros niños. A los cinco años, le decimos: “¿Por qué no te comportas como una persona mayor?”. Queremos que se comporten como adultos, no porque sea mejor para ellos, sino porque es más cómodo para nosotros. Y nos privamos así de que nos ofrezcan su frescura, curiosidad, asombro y su alegría espontánea.

En cierta ocasión, un padre preguntó al rector de una universidad si el plan de estudios no podía simplificarse, a fin de permitirle a su hijo concluirlo “por medios más rápidos”.
“Ciertamente –le respondió-, pero todo depende de lo que usted pretenda hacer de su hijo. Un roble le toma cien años para crecer. A una calabaza, le bastan dos meses”.

La naturaleza suministra abundantes indicios de que nuestro ritmo apresurado no es natural. Cuando uno abandona la ciudad y camina entre los árboles que crecen lentamente y las montañas silenciosas, uno absorbe un poco de la calma y tranquilidad de la naturaleza. El sol se tomará siempre el tiempo que necesite para salir y para ponerse. No se le puede apresurar.

Sin embargo, en el mal uso de la paciencia corremos el riesgo de volvernos espectadores inactivos, en vez de hombres de acción, capaces de contribuir a que acontezca lo mejor. Paciencia no significa pasividad, es decir, esperar que todas las cosas se nos den hechas. Es más bien el principio de comenzar anticipadamente y tomarse el tiempo que uno requiera para hacer las cosas.
Las mejores cosas de la vida no pueden apresurarse.
Harol Kohn

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