Cada fracaso en nuestra vida es una oportunidad de nuevos aprendizajes, que nos permiten abrir nuevos caminos para seguir adelante y si sabemos convertir estos momentos, estos serán el inicio de nuevas metas de nuevos éxitos.Aquí te compartimos una hermosa historia que encontramos en internet.
El Obstáculo que Vencí
Tenía una semana como estudiante universitario, pero mi mayor deseo ya no era estudiar, sino regresar a casa. Los obstáculos que había encontrado estaban a punto de acabar conmigo. Ya en mi casa, mi madre sonreía mientras yo le relataba mis fracasos y mis quebrantos. Las palabras que luego me diría, cambiaría mi vida para siempre.
“Comprendo cuán confundido te sientes –me dijo-, pero tienes solo 16 años y aún no has aprendido una de las lecciones más importantes de la vida: convertir los obstáculos en peldaños. De las heridas del amor propio, motívate para esforzarte más. Si te sientes decepcionado del estudio, esa decepción debe incitarte a estudiar más y mejor. Así triunfarás”.
El lunes siguiente volví a la Universidad, pero ya con otros ánimos. Estudiaba duro y trabajaba a medio tiempo para pagar mi cuarto. Cinco años después me gradué de abogado. Pero el mayor reto vendría unas semanas después.
Me encontraba aún sin empleo, pero de repente recibí la visita de un cliente que deseaba cobrar una indemnización de una gran compañía. Este era mi primer negocio y me sentía satisfecho de atenderlo. Pero enorme fue mi sorpresa cuando descubrí que el abogado de dicha compañía era el maestro que más admiré durante mis últimas clases de Derecho en la Universidad. Convertirme en uno de sus auxiliares y llegar a ser su socio seguía siendo uno de mis máximos anhelos. Pero ahora me enfrentaba a él, y por un momento sentí el mismo temor que aquellos primeros días en la Universidad.
En el juzgado me encontré cara a cara con mi maestro. Me turbé mucho; pero supe defender el caso lo mejor que pude. Sabía que era mi gran oportunidad para crecer en mi carrera.
Finalmente el juez anunció el fallo a mi favor. Al día siguiente, para mi asombro, el maestro que siempre admiré me buscó y me dijo: “Estoy satisfecho de la manera en que defendió su punto de vista. Quiero proponerle que sea mi socio”. En ese momento volví a recordar las palabras de mi madre, ya que nunca antes había transformado un obstáculo tan grave en un peldaño tan firme. Ya con el pasar de los años, el Estado que me vio nacer me elegiría para ocupar un cargo importante en la administración.
Esta historia originalmente ha sido escrita por Estes Kefauver