Una y otra vez, tenemos grandes sueños y tenemos enormes aspiraciones. Desafortunadamente, nuestros sueños siguen siendo solo eso: sueños.

La vida podría ser mucho mejor, si tan solo aprendiéramos a aspirar más alto. La dificultad más extendida para establecer metas es la palabra imposible. En su mayor parte, la gente se cuelga pensando que no puedo hacer esto. Es demasiado difícil. Es inalcanzable. Nadie puede hacer esto. Si todo el mundo pensara eso, no habría inventos, innovaciones ni avances en los logros humanos.
Tenga en cuenta que los científicos se quedaron perplejos cuando observaron al modesto abejorro. En teoría, dijeron, no era posible que el abejorro volara. Afortunadamente para el abejorro nadie se lo ha dicho. Como resultado, vuela.
Si se limita a las dudas y a las suposiciones autolimitantes, de ninguna manera podrá superar lo que considera imposible. Si te adentras demasiado en el cielo sin trabajar hacia tu objetivo, te encontrarás aferrado al sueño imposible.

A medida que divide su sueño en pasos alcanzables, descubrirá que las metas que pensaba que no eran posibles se vuelven más fáciles de lograr. Y lo imposible comienza a parecer posible después de todo.
Thomas Edison dijo una vez que la genialidad es un 1% de inspiración y un 99% de transpiración. Nada podría ser más cierto. Para que uno pueda lograr sus sueños, tiene que haber un gran esfuerzo y disciplina. Pero tenga en cuenta que ese uno por ciento tiene que ser un sueño para pensar en grande, y no uno que se cumpla fácilmente.
Piense en grande y trabaje duro para lograr esos sueños. A medida que asciende en la escalera del progreso, descubrirá que lo imposible se ha vuelto un poco más posible.